12.05.2010

2. europa o esa extraña sensación que se da cuando conoces a una blogger

Esta nueva etapa que estoy viviendo, no comienza en el 2011. Sino en el 2010. Ya en la entrada pasada comenté sobre los cambios y procesos por los que estoy atravesando, sin embargo otro muy importante se da del 20 de diciembre al 10 de enero: vacaciones en Europa. (y es que, de verdad que me las merezco)
Llevo ya un rato, aunque no de muchos años, con mi blog. Gracias a este espacio he conocido -cibernéticamente- a personas que valen mucho la pena, o que saben mentir muy bien para aparentar que son grandes personas. Hay una blogger, que prefiero referirme a ella como amiga, con la que he ido construyendo una amistad muy divertida. Todo ha sido poquito a poco, sin forzar situaciones. Con miedo al principio, fuimos rompiendo el tag de ser colegas bloggers, para luego leernos en twitter, aceptarnos en Facebook y por último agregarnos en messenger. Hoy puedo decir que no tengo amiga cibernética con la cual ría tanto como con ella. Nuestras anécdotas nos entretienen montones, a tal grado que si una semana no la veo conectada, ya extraño la plática con ella.
Escribo lo anterior porque resulta que por azares del destino coincidiremos para las misma fechas en una ciudad mágica: París. Cada quien por su lado planeó pasar la Navidad en tan lindo lugar. Esta jugada del destino nos planteó un dilema: seguir nuestra amistad vía laptops, o dar un paso más en este proceso de amistad.
La respuesta era lógica: conocernos. La ciudad de las luces es el lugar perfecto para conocer a alguien y más si ya existe una complicidad generada al leernos en este mundo blogger. Además, ambos somos igual de soñadores e ingenuos, por tanto no hay ciudad más propicia para conocer alguien así.
Y como la respuesta era lógica, decidimos hacerlo: nos vamos a conocer. Me da mucho gusto poder conocer a gente valiosa con la que me topé por casualidad o error en internet. Es parte de entrarle al juego de la era de la información y aprovechar al máximo sus virtudes.
Es una sensación extraña, conocer a alguien en una ciudad tan mágica. Como de cuento todo el asunto. Da miedito, no quieres que se vaya a romper lo que ya existe. Pero por otro lado ¿por qué no vivir la vida como si estuviésemos en una película?
Así que, amiga, ¡te veo en París!

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