10.14.2011

terapia

Un pasón bastó para desencadenar, como diría un amigo y psicólogo, un momento crítico. El corazón a mil, imágenes como fotografías, y de pronto, una niña, blanca cual hoja de papel, con un cabello largo y negro. Me veía, sin moverse, sus ojos en mí, tez pálida, sus ojos sin alma. Me dije que, que era mi guitarra en su funda negra. Pero más tardaba en pensar esto que en aparecer aquella pequeña criatura que simbraba en mí un terror que no conocía. Salí corriendo de mi cuarto. Eran las 2am y yo daba mi vueltas por la sala, sentía que el tiempo jugaba en mi contra, parecían horas y apenas pasaban si a caso 3 minutos. Me maree. Le pedí a mi roommate ir al hospital.

Eso fue hace una semana. Los días han sido agotadores. Casi no duermo y si lo hago, no descanso. Encerré mi guitarra en el clóset. Me da miedo llegar a mi casa. Si no me mantengo ocupado, pienso. Y si pienso, me ciclo con el temor de convertirme en esquizofrénico. La imagen de la niña me persigue y aunque tirara la guitarra, ésta seguiría ahí recordándome todo aquello que detesto de mi ser.

Es momento de ir a terapia.

No hay comentarios: